El aerógrafo es una herramienta sumamente útil, precisa y práctica que a los modelistas nos ha ayudado a dar un paso más, e importante, en el acabado de nuestras piezas. Pero como utensilio de precisión el aerografo necesita una limpieza y cuidados durante y después de su utilización.

Recordemos que en el anterior artículo os recomendábamos diferentes diluciones a la hora de utilizar las pinturas de Gunze o AK Interactive. Pues bien, antes de utilizar el aerógrafo, que ha de ir conectado a un compresor -que puede ser de membrana o calderín, bastante mejores y más caros- o bien a un bote de aire comprimido, que en la actualidad y debido a los competitivos precios de los compresores han caído casi en desuso; debemos practicar sobre una hoja, cartón o una vieja maqueta. Se trata de realizar líneas, círculos, rizos, espirales, manchas, efectos de difuminado con distintas oberturas de gatillo, distintas presiones en éste o en el compresor, etc.

Cuando estemos más o menos seguros de nuestra habilidad nos lanzamos sobre nuestra maqueta. Una vez hayamos acabado la fase de pintura, toca limpiar el aerógrafo de Artesania Latina que viene a ser un clon del artículo de Fine Art que tenemos en nuestra web (Ref. FA180A). En este caso os muestro la limpieza de un aerógrafo. Se trata de un aerógrafo de doble acción -tú dominas la cantidad de aire y pintura que deseas- y por gravedad; es decir, el modelo más común en el campo del modelismo. Desde hace años estos instrumentos vienen de China, y salvo la marca del fabricante, se trata del mismo aerógrafo, con diferencias casi inexistentes. Cosas de la globalización.

Como limpiar un aerógrafo de doble acción

La limpieza de éste es muy importante. De no ser así, funcionará mal y producirá efectos indeseables como las patas de araña, líneas perdidas, líneas punteadas, amén de otros problemas como obturaciones o agujas inservibles al tener una difícil extracción. La siguiente imagen y la primera de este texto proceden del volumen Aviones de la enciclopedia Modelismo Aplicado publicada por Acción Press en 1996, todo un clásico en el campo y todavía muy útil.

Para proceder a su limpieza recurriremos casi siempre al alcohol de 96º que podemos comprar en cualquier farmacia, droguería o supermercado. Normalmente, es recomendable realizar una limpieza a fondo con algún producto estilo disolvente nitro celulósico o acetona para acabar de limpiar impurezas que hayan quedado en otras ocasiones. Eso sí, siempre teniendo muchísimo cuidado con las juntas tóricas, que si no son de teflón pueden verse afectadas por el disolvente.

Empezaremos desmontando el aerógrafo por la parte trasera; extrayendo con sumo cuidado la aguja, que limpiaremos con un pañuelo de papel o papel de cocina humedecido en alcohol. Hemos de tener gran cuidado con la limpieza de la aguja, ya que, si se dobla, aunque sea de manera imperceptible o bien, se despunta, puede tener consecuencias fatales para nuestro proceso de pintura; incurriendo en los problemas antes descritos. En ocasiones se puede intentar devolver la aguja a su estado primigenio, pero resulta dificultoso y en la mayoría de ocasiones hay que recurrir a la compra de una nueva. Por lo que siempre es recomendable, que una vez limpia, se deje en un lugar apartado y seguro, libre de que caiga al suelo.

A continuación, proseguimos con la limpieza de la boquilla que puede estar formada por uno o varios cabezales o boquillas, como el caso que nos ocupa. Procedemos a la limpieza con la ayuda de un cepillo interdental humedecido en alcohol. Estos cepillos se pueden encontrar en farmacias, de distintos tamaños y formas. Son sumamente útiles. 

En las boquillas y junto al cuerpo principal del aerógrafo encontramos la pieza más delicada de éste, junto a la aguja: el obturador. Señalado con una flecha roja. 

Lo limpiaremos desde el interior del aerógrafo, a través del depósito o cazuelita donde se deposita la pintura previamente diluida. Estos obturadores pueden ser de rosca -nuestro caso- o bien flotantes, que es la mejor opción tanto por limpieza como por seguridad. Veréis que el aerógrafo va equipado de una pequeña llave para extraer el obturador y así poder limpiarlo mejor. Nuestro consejo, después de utilizar aerógrafos durante más de veinte años es que NO LO HAGÁIS a no ser que sea imperativo. Es muy, muy fácil que te ocurran dos cosas. Una, que se pase de rosca cuando lo quieras volver a colocar, teniendo que recurrir a comprar otro. Dos, que se parta la rosca en el proceso de extracción o bien de colocación. Un problema que suele terminar en la compra de otro aparato. En numerosos videos de Youtube recomiendan hacerlo. Nosotros no lo hacemos.

La limpieza del depósito se puede realizar con el consabido papel de cocina y alcohol e incluso con un bastoncillo para la limpieza de los oídos y alcohol para llegar a los rincones. Hacedlo con esmero y sin que quede ni rastro de la pintura que había.

Nos quedaría la limpieza del gatillo, palanca del gatillo, soporte de la aguja…que la realizaremos con el consabido cepillo interdental y alcohol y el papel de cocina y alcohol.

Una vez limpio, lo montaremos y probaremos para ver si funciona con finura y examinándolo, intentado encontrar rastros de la antigua pintura. Es recomendable tirar medio depósito de alcohol para comprobar que todo funciona bien y para que su mecanismo interno reciba una limpieza final. No hemos mencionado aquí un utensilio de limpieza que en los últimos años va ganando adeptos y en breve, es posible que se torne en indispensable: el limpiador de ultrasonidos. Cierto es que se trata de una herramienta útil, pero creemos que con una limpieza adecuada cada vez que acabas de pintar y un tratamiento a fondo más o menos mensual, uno se puede ahorrar este dispositivo. Aunque, claro está, nunca esta de más. Eso lo dejamos a la elección el modelista.

Esperamos que estas líneas os hayan resultado útiles.

¡Hasta pronto!